Pasear y ver una buganvilla en flor es un espectáculo para los ojos. En el Mediterráneo se da por todos los sitios. En ocasiones la he reproducido sin ninguna técnica más que enterrar un esqueje y esperar, a veces agarraba y otras muchas no pero sin saber la razón.
En los dos últimos años traté de enraizar multitud de esquejes y no hubo manera, llegando a considerar que era un esqueje muy difícil.
No me rendí, tenía que conseguirlo. Así que según se me iban pudriendo o secando los esquejes yo los iba reponiendo.
De repente comenzaron a enraizar todos los esquejes. Todos, no me lo podía creer. Yo hacía lo mismo de siempre, la única diferencia era que estábamos entre los meses de septiembre-octubre de 2011 por lo que concluí que el principio del otoño era la mejor época para hacer esquejes de buganvilla.
Pero no todo es la estación del año también hay que tener en cuenta el sustrato donde colocarlos que en mi caso consistió una parte en fibra de coco y otra en cubiletes de lana de roca y siempre con hormonas enraizantes en polvo.
Había leído mucho sobre la lana de roca y quería probarla pero no era nada fácil encontrar donde comprarla, no la tenían en los centros de jardinería y les sonaba raro cuando la pedía.
Después de hacer algunas indagaciones encontré que los que cultivan cannabis la utilizan para esquejar, así que compré por internet un pack de tacos de lana de roca (pequeños y baratos). La lana de roca tiene una técnica desconocida para mi que la estoy adquiriendo a base de los resultados obtenidos. Lo que si puedo decir es que para el mismo volumen de fibra de coco o de lana de roca, la lana de roca almacena mucha más agua y que el resultado es muy crítico si se seca la lana, posiblemente se pierda el esqueje.
De momento me resulta más fácil conseguir enraizar con fibra de coco que con lana de roca, pero eso debe ser por falta de técnica, seguiré probando para mejorarla.
En febrero de este año y ante la absoluta inactividad de mis esquejes cambié una caja de plástico translúcida donde los tenía amontonados por un invernadero de terraza para poder ver mejor la evolución y engorde de los esquejes que habían sobrevivido, aproximadamente el 50% de los que había inicialmente.
El invernadero consiste en una estantería metálica automontante de 4 estanterías, con ruedas y con una funda de plástico. Los he visto en muchas páginas de internet y en centros de jardinería, solo se necesita una pared de 70 cm de largo para ponerlo. (su precio oscila entre 20 y 35 euros)
Estuve dudando donde ubicar el invernadero si al sol o a la sombra y como era febrero opté por el sol pero al llegar marzo lo cambié a la sombra porque las temperaturas que se alcanzaban dentro unidas a la humedad hacían que se cocinaran las plantas "al vapor".
Para controlar estas variaciones he colocado dentro un termómetro y un higrómetro.
El invernadero facilita una mejor disposición, previene las corrientes y los cambios bruscos de temperatura, mantiene la humedad ...un sinfín de virtudes y todo esto unido al buen tiempo que hace y al comienzo de la primavera, ha hecho que despierten mis esquejes del invierno e incluso que algunos de ellos siendo una simple rama con 4 hojas ya estén floreciendo.
Para no contradecir en nada a la madre Naturaleza y como resultado de mi propia experiencia, certifico que en invierno las plantas hibernan y que en primavera brotan y no esperéis otra cosa.
Cuelgo alguna foto de los esquejes enraizados en fibra de coco, lana de roca, del estado actual y del invernadero esperando que le puedan servir a alguien mis experiencias con las plantas.