Hace casi tres años que tengo este bonsái, desde julio de 2012 con motivo de la boda de mi hija, conociendo mi afición por las plantas me regalaron este precioso bonsái. En aquel momento no conocía esta variedad, liquidámbar. Solo me dijeron que se trataba de un árbol de hoja caduca y que a medida que llegara el otoño cambiaría el color de las hojas de verde brillante, naranja, granate...segun fueran cayendo. Al estilo de las viñas vírgenes.
Al principio da un poco de miedo esto de que se quede todo el invierno sin hojas. Piensas, ¿y si no salen? Pero este bonsái ha resultado ser muy responsable y cada año alrededor de estas fechas decide revivir y saca esas preciosas hojas verdes intensas para decirme, aquí estoy yo.
Al principio lo tuve al sol, hasta que observé que se ponían marrones las puntas de las hojas y rápidamente lo cambié a la sombra, pared norte.
El periodo de tiempo en el que cambian de color las hojas es bastante corto y la mayoría de las hojas se ponen amarillas, muy pocas granates. Todo ocurre en una semana o dos. En la imagen de arriba se muestran los cambios ocurridos este último otoño.
La secuencia es muy bonita, pero no son los cambios de color de una viña virgen o los que ocurrían en otoño en Central Park en la película "Cuando Harry encontró a Sally", dirigida por Rob Reiner, que es un espectáculo de color, además de una comedía muy divertida y que recomiendo. Rob Reiner es uno de mis directores de cine favoritos desde que que vi "La princesa prometida".
Volviendo a mi liquidambar, es posible que si estuviera al sol consiguiera un mayor abanico de color y más duradero con la llegada del otoño. Pero no he querido probarlo precisamente por miedo a quedarme sin hojas que llegaran al otoño.
Volviendo a mi liquidambar, es posible que si estuviera al sol consiguiera un mayor abanico de color y más duradero con la llegada del otoño. Pero no he querido probarlo precisamente por miedo a quedarme sin hojas que llegaran al otoño.
En cuanto a cuidados, pienso que es más fácil cuidar uno de hoja caduca que uno de hoja perenne, porque en este caso cada año representa una nueva oportunidad de vida.
Un pequeño percance:
Hubo
un vendaval tremendo la semana pasada en Barcelona y mi invenadero voló
con todo lo que había dentro arrastrando en su caida a mi bonsái.
Afortunadamente, el bonsái resistió muy bien el golpe, solo se rompió el
tiesto de cerámica que se partió limpiamente por la mitad. Me lo han
pegado con una resina y casi no se ve por donde está roto .Por suerte,
no se han estropeado las yemas que ya habían comenzando a salir.
El
invernadero, sin embargo, no resistió y ya no lo tengo por lo que los
experimentos los haré de otra manera a partir de ahora.